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Cap.IX El final. - Coggle Diagram
Cap.IX El final.
Los japoneses seguían conservando lazos con Moscú y estaban intentando que los rusos mediaran para conseguir términos para una paz honorable, pero seguían pensando que se encontraban en una posición de fuerza, con lo que lograron enfurecer a su propio embajador en Moscú
Hiroshima no había sufrido daños, pero el 6 de agosto fue bombardeada y en su mayor parte arrasada, provocando 80.000 muertos.
se lanzó otra bomba sobre Nagasaki, matando a 30.000 personas.
Stalin prometió que actuaría tres meses después del final de la guerra en Europa y eso fue exactamente lo que hizo el 9 de agosto con la invasión de Manchuria. Un millón de soldados provocaron una derrota rápida de los japoneses en esa zona, y una señal de lo que se podía esperar si continuaba la guerra por ese camino era que, en medio del caos, se escaparon ratas infectadas de peste, que extendieron una epidemia.
La producción industrial japonesa, que ya se había visto golpeada por el bloqueo, cayó en picado, y sólo entre el 9 y el 10 de marzo de 1945, murieron 100.000 personas a causa de una tormenta de fuego provocada por un ataque contra Tokio.
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Cuando se supo que Hitler había muerto, las secretarias y los ayudantes de la Cancillería pusieron jazz y encendieron cigarrillos, prohibidos en presencia de Hitler. Cientos de miles de prisioneros alemanes marcharon hacia la URSS para no regresar jamás
Cuando se supo que Hitler había muerto, las secretarias y los ayudantes de la Cancillería pusieron jazz y encendieron cigarrillos, prohibidos en presencia de Hitler. Cientos de miles de prisioneros alemanes marcharon hacia la URSS para no regresar jamás
La noticia de la muerte de Mussolini (murió el 28 de abril) le llegó a Hitler cuando los rusos alcanzaban las afueras de Berlín. Los rusos se habían concentrado en el invierno de 1944-1945 en el frente balcánico y habían liberado Belgrado en octubre
El 24 de febrero habían fracasado todos los contraataques alemanes. Los rusos se encontraban en el río Oder, a sólo ochenta kilómetros al este de Berlín.
El 22 de abril Hitler se dio cuenta de que sus ideas de un rescate desde algún sitio, Silesia o cualquier otro lugar, no se iban a hacer realidad y fue presa de la famosa rabieta contra sus generales, que no pudo olvidar ninguno de los presentes. Afirmó que se quedaría en Berlín y se suicidaría
el 15 de agosto, el emperador, normalmente una figura simbólica, se rindió con la condición de que se respetase su papel como garante de la permanencia de Japón.
Con toda la dignidad que pudieron reunir, el viejo orden de Japón se presentó en un acorazado americano anclado en la bahía de Tokio el 2 de septiembre, y firmó un documento de rendición, bajo la mirada triunfal del general MacArthur.
Alemania y Japón estaban sometidas ahora a una presión tremenda: por un lado, los ataques aéreos demoledores, que en diciembre de 1944 habían destruido sus fuentes de energía y los transportes, y por el otro, la reunión de ejércitos y barcos con una potencia devastadora
Hitler mandó fusilar a su cuñado por derrotismo; cuando Japón se rindió finalmente, no se pudieron encontrar palabras dentro del lenguaje imperial formal para decir «derrota» y «rendición». El emperador tuvo que decir que la guerra no se había decantado necesariamente a favor de Japón.
Para las Navidades de 1944 el ataque se había quedado sin combustible y fue cancelado el 8 de enero. Entonces se volvió a los avances milimétricos y a mediados de marzo Model se vio forzado a retirarse cuando los americanos capturaron el puente ferroviario de Ludendorff sobre el Rin al sur de Colonia, mientras los británicos y los canadienses se dirigían hacia Hamburgo.
se produjeron algunas discusiones sobre si las potencias occidentales deberían haber llegado primero a Berlín. ¿Por qué permitieron que Stalin llegase primero? La explicación se encuentra realmente en lo que ocurrió en 1943, cuando Churchill quedó atascado en el norte de África e Italia; y en cualquier caso los rusos también discutieron por qué no habían sido los primeros en llegar al Ruhr para asegurar el futuro económico de la Unión Soviética, antes de que las potencias occidentales consiguieran ocupar la joya de la corona industrial, que relanzó a Alemania occidental como una economía de nivel mundial en alianza con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Hitler había decretado que no habría retirada. Al contrario, las tropas se debían quedar donde estaban (eingeigelt o «atrincheradas») como en el paso de 1941 a 1942. Gran parte del Ejército Rojo estuvo al asalto del Báltico y de Prusia Oriental durante mucho tiempo y después aparecieron problemas en el sur.
Hitler dispuso su escena final: la boda en las primeras horas del 30 de abril, que se completó con sirvientes con uniformes blancos que repartieron bocadillos con Sekt, vino espumoso; el oficiante que habían traído a rastras porque tenía autoridad para celebrar la ceremonia matrimonial porque era funcionario, en este caso adjunto a la jefatura de la recogida de basura de Pankow;