Simboliza las funciones del ego que, con la energía que ha acumulado, debe, por un lado, frenar las actividades irracionales del ello y, por el otro, las de lo sublime. El resto de la energía se dedica al desarrollo de las funciones psicológicas, los mecanismos de defensa y la correcta integración de todo el aparato psíquico. Es la parte más consciente encargada de gestionar toda la personalidad.