La práctica feminista de Mónica Mayer se inició en la escuela de arte, cuando escuchó a un grupo de estudiantes masculinos declarar “que las mujeres eran menos creativas que los hombres porque dijimos que habíamos dado a luz”, como recordaría más tarde en una declaración del artista. En 1978, dejó su México natal para ir a Los Ángeles, donde se sumergió en el influyente Taller de Estudio Feminista e interactuó con pioneros del movimiento de arte feminista estadounidense, como Judy Chicago. Más tarde ese año, Mayer llevó su floreciente práctica de rendimiento a la Ciudad de México, donde produjo El tendedero (1979). La pieza interactiva alentó al público a terminar la frase: “Como mujer, lo que más detesto de esta ciudad es…”
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