Esta desigualdad se manifiesta, por un lado, en la concentración de capital en un número mas reducido de empresas, y por el otro, en la existencia de un amplio sector de empresas medianas, pequeñas y «micro» con niveles bajos de calidad y competitividad en la producción. Una revista de negocios, por ejemplo, publica anualmente una lista de empresas que son las principales del país en cuanto a ventas y producción. En 1993, doscientas empresas tuvieron ventas por un total de 340 575 millones de nuevos pesos. De ellos, 220 mil millones había sido vendido por tan sólo 25 empresas. Eso pareciera decir que, aunque en el país hay 130 mil empresas industriales de todas dimensiones , sólo unas cuantas concentran la producción, el empleo, las ventas y las mayores ganancias.
Son esas empresas también las que realizan las mayores exportaciones y, también las que importan productos del exterior en grandes proporciones. La concentración del poder económico de las grandes empresas, se refuerza por la consolidación de grupos económicos que aglutinan a varias de ellas y que durante la última década se han beneficiado de cambios económicos como la privatización de empresas estatales y la apertura del país hacia los mercados internacionales. La política económica ha favorecido la expansión del sector de grandes empresas que es el que ha comprado las empresas estatales y el que participa significativamente en la actividad exportadora, pero ha perjudicado a amplios sectores de la mediana y pequeña empresas que encuentran muchas dificultades para que sus productos puedan competir con los fabricados por empresas extranjeras con tecnologia avanzada y bajos costos de producción que pueden sustituirlos fácilmente. La industria farmaceutica, la textil y la alimentaria cuentan con muchas empresas que podrían considerarse dentro de este grupo. Sin embargo, la gran mayoría de las empresas industriales medianas, pequeñas y micro sobreviven con grandes dificultades. » Hasta hace muy poco, sin embargo, el reclamo de las industrias pequeñas se ha enfrenta do a la oposición de las grandes empresas que consideran que una «política industrial que imponga directrices, controles y beneficios diferenciados a ciertas industrias estaría en contra de las reglas del mercado. » .