Un balance de situación es un estado financiero que recoge los activos, los pasivos y el capital social de una empresa. El objetivo de este informe es brindar una panorámica general sobre el estado económico y financiero de la entidad en un periodo de tiempo dado (un mes, un trimestre, un año…).
Así, a través del balance de situación, también conocido como balance general o estado de situación patrimonial, se resumen las finanzas de la organización. Esta información se refiere a: qué posee (propiedades, equipos…), qué debe (capital adeudado en forma de préstamos, pagos a proveedores…) y cuál es el patrimonio neto de los propietarios del negocio (recursos propios).
El balance de situación es, junto a la cuenta de resultados, el estado de cambios en el patrimonio neto y los estados de flujos, uno de los estados financieros fundamentales que manejan las empresas y que ayudan a reflejar la contabilidad del negocio. Así, el balance de situación, leído en conjunto con otros documentos financieros, proporciona información y métricas imprescindibles para las empresas como la liquidez, la eficiencia o el apalancamiento.
Liquidez: permite tener una imagen de la cantidad de efectivo que dispone la empresa y si está capacitada para cumplir con los próximos pagos. La clave es que los activos corrientes siempre sean mayores que los pasivos corrientes para que la organización tenga cubiertas sus obligaciones a corto plazo.
Eficiencia: comparando la cuenta de resultados con el balance de situación, la empresa puede medir la ratio de eficiencia con la que emplea los activos para generar ingresos.
Apalancamiento: a través del balance general la entidad puede calcular el nivel de endeudamiento (apalancamiento financiero) y, por ende, averiguar el riesgo financiero que enfrenta.