son aquellos capaces de generar una respuesta a la presencia de un campo magnético externo, así como, de almacenamiento de energía. Estas propiedades les confieren unas características singulares y, a la vez, un abanico muy extenso de aplicaciones, abarcando desde los clásicos imanes de nevera, pasando por los más de 500 dispositivos o sensores magnéticos que encontramos en un coche, hasta el mundo de la bionanotecnología y de los ordenadores cuánticos.
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