Y como quien hace el papel del empresario no es el dueño, sino este equipo de directivos expertos, se crea un cierto problema en las metas empresariales: los accionistas persiguen la obtención de las más grandes ventajas para su inversión, mientras tanto que los directivos poseen unos fines más amplios, tanto económicos (crecimiento, eficiencia, etcétera.) como particulares (remuneración, estabilidad, poder, prestigio, etcétera.).