Aristóteles, retomó la tradición egipcia y sostuvo que el órgano mejor equipado para contener el alma (y con ella la memoria, las emociones y el lenguaje) era el corazón, estructura única, móvil, caliente, posicionada centralmente con conexiones hacia otras partes del cuerpo. El CEREBRO como un COOLER enfriaría los ánimos cuando el corazón se calentara por las pasiones del alma o la mente.