Por la infección que se desencadena produce síntomas como fiebre, escalofríos, fatiga, debilidad, náuseas, vómitos, diarrea, dolor de cabeza, dolores articulares o musculares, rash.
Comienzan a formarse coágulos de sangre en todo el cuerpo, lo que ahoga aún más el flujo sanguíneo. Cuando los órganos no reciben suficiente sangre, el cuerpo puede entrar en estado de shock y sufrir daños permanentes en los órganos o llegar a la muerte.