Una vez que el clínico ha recogido la información pertinente, es necesario que resuma clínicamente sus hallazgos. Pero para formular un caso, primero hay que presentarlo; es decir, recopilar y presentar la información específica y relevante. Se ha de incluir cuáles son los factores relevantes predisponentes, precipitantes y perpetuanes del trastorno, así como sus manifestaciones cognitivas, somáticas y conductuales. El propósito de la formulación es, por tanto, clarificar la presentación del caso y dirigir el tratamiento a aquellas áreas que son clínicamente relevantes, ya que la planificación terapéutica y el éxito de las estrategias de intervención que se realicen dependen, en gran medida, de la capacidad de hacer una buena formulación del problema.