Alberico gobernó Italia y los estados pontificios. Impuso su poder a todos los romanos, también impuso papas que eran oscuros, piadosos y reformadores: León VII, Esteban IX, Marino II, Agapito II. Estableció diferentes monasterios en Roma. Alberico, presionó al papa Agapito II, para que no coronara a Otón como emperador, con lo cual Otón reconoció su autoridad y prestigio. Alberico designo como su sucesor en el poder a Octaviano, que era su hijo, en el cual se centrarían los dos poderes, tanto el eclesiástico como el laico, con el nombre de Juan XII, pero no contaba con el ingenio de su padre.