La actividad del Estado exige una unidad orgánica en torno a sus fines, no puede olvidarse que su existencia es sólo accidental o instrumental puesta al servicio de la persona humana, como entidad sustancial y un fin en sí misma. La autoridad no puede perder de vista las múltiples y variables necesidades, pretensiones y fines que se persiguen, sin que se entienda que ella pueda asumirlas en su totalidad, puesto que es imposible, conocerlas y luego satisfacerlas todas.