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NECESIDADES EDUCATIVAS DERIVADAS DE LA CEGUERA Y LA BAJA VISIÓN - Coggle…
NECESIDADES EDUCATIVAS DERIVADAS DE LA CEGUERA Y LA BAJA VISIÓN
En este sentido destacaremos el reconocimiento que como persona se le debe dispensar:
Reducir nuestras propias vacilaciones frente al alumno para no incrementar su inseguridad.
Saludarlo. No jugar a las adivinanzas ni ponerlo a prueba: identificarse.
Trabajar sobre objetos y situaciones de la vida real.
Verbalizar todas las situaciones utilizando un lenguaje concreto.
Controlar el nivel de ruido en el aula.
las figuras que no estén superpuestas o con perspectiva.
Debe entrenarse la enseñanza del dibujo: partir de formas estructurales y esquemáticas.
El lenguaje que presenta el niño también nos informa de la estructura de su pensamiento y los contenidos que posee:
Es necesario potenciar las experiencias personales del alumno en relación con la vida real. Valorar sus experiencias y fundamentar en ellas el lenguaje.
Potenciar la búsqueda de relación entre conceptos, la unidad del discurso, la percepción relacionada de las cosas.
Como en la mayoría de los casos los alumnos tendrán un cierto grado de visión, será necesario:
Conocer la situación visual del alumno y sus implicaciones desde el punto de vista educativo y funcional.
Permitir y facilitar la utilización de las ayudas ópticas y no ópticas necesarias.
En general, utilizar un material claro, bien contrastado y sin acumulación de imágenes.
Dar referencias de la situación de elementos en una página.
Entrenar el formato de los libros de texto, de manera previa o simultánea a su utilización.
Dada la especial dificultad que presenta la persona ciega para ubicar los objetos en el espacio y establecer referencias de posición entre los mismos, es necesario:
Procurar referencias concretas de la situación de objetos y personas.
Procurar mantener un orden fijo.
¡Atención a puertas y ventanas!, deben permanecer abiertas o cerradas, de forma que no pueda golpearse con el canto.
Avisar de obstáculos, escalones o cambios de orden del mobiliario.
Si necesita que se le guíe, el vidente debe ir delante del ciego o deficiente visual.
Estudiar los problemas inherentes a la estructura del entrono para ver la posibilidad de adaptarlos y facilitar al alumno mayor autonomía.
Por último, de todo lo anterior puede deducirse la mayor lentitud que tanto en la recogida de información como en la realización de las tareas presentan los niños ciegos, de ahí la necesidad de:
Respetar el ritmo del alumno. A veces hay que darle más tiempo.
Proporcionarle estrategias muy claras de organización del trabajo.
Favorecer que planifique su propio trabajo: que haga un hábito de esta planificación.
Todas estas necesidades del alumno ciego y con baja visión deben ser valoradas y consideradas en los distintos niveles de concreción curricular: desde el proyecto curricular a la programación de aula en la que se incluirá la adaptación curricular realizada para el alumno deficiente visual integrado en el grupo.
En cuanto la experiencia con un individuo con ceguera y baja visión, no e presentado esa experiencia pero me encantaría.