Un ejemplo clásico de cómo actúa este mecanismo lo encontramos en el caso de Juanito, de Freud (1909/1981), en el que el niño desplazaba en los caballos las pulsiones de agresión y de muerte que sentía hacia el padre. Gracias a este desplazamiento podía dirigir al caballo sus sentimientos hostiles, como se los dirigiera al padre. Con el uso del mecanismo de desplazamiento lograba resolver su ambivalencia a la figura paterna y, también, podía estar cerca de su padre. Esto le era gratificante y adaptativo, pero, por otra parte, tenía desventajas, como era el hecho de que Juanito temía salir a la calle por el miedo que tenía de que un caballo lo dañara.