En la ciudad de Córdoba, en la comunidad de Andalucía, se cuenta que un joven cristiano compraba flores a su enamorada, una bella joven de origen musulmán. Al pedirle matrimonio, ella aceptó también convertirse al cristianismo, pero su intención se vio impedida por unos soldados que la asesinaron el mismo día que sería bautizada.
Como castillo, estos soldados encadenaron al joven en los pilares de una mezquita. Mientras estuvo encadenado, el joven dio forma a una pequeña cruz con su uña, que hasta el día de hoy puede verse en el mármol de la columna donde pasó el resto de sus días.