Los factores de riesgo adquiridos más comunes incluyen la edad avanzada, la hospitalización, inmovilización, reemplazo de hormonas, terapia anticonceptiva oral, embarazo y el estado puerperio reciente, el VTE previo, la neoplasia maligna, la cirugía mayor, la obesidad, el síndrome nefrótico, el traumatismo y la lesión de la médula espinal, los viajes de larga distancia (>6 horas), las venas varicosas, el síndrome antifosfolipídico, los trastornos mieloproliferativos y la policitemia.