En el cuerpo tenemos unos 5 millones de receptores bajo la piel. Cuando sientes dolor, presión o calor, estos receptores envían señales eléctricas a las neuronas que transmiten el mensaje hasta el cerebro mediante la médula espinal. La función principal de estos receptores es proteger el cuerpo.
Cuando, por ejemplo, los receptores avisan de un estímulo de dolor o de frío, el cerebro reacciona con una orden adecuada, ya sea apartarse de la causa del daño o comenzar a tiritar para subir la temperatura.
El tacto es un sentido clave y tan vital como la vista o el oído, pero mucho menos visibilizado y más difícil de estudiar. Esto quizá se debe a que es un sentido pasivo que no podemos usar a voluntad, a punto tal que muchas veces ni siquiera lo asociamos con las sensaciones concretas que nos permite, como el frío o el dolor.