La devaluación de sí mismo es el síntoma más notable de la persona neuróticamente deprimida. Se califica de mala, de fracasada y de ser una carga para otros. Considera que ya no es lo que antes fuera y que “ya no resiste más”. Estas afirmaciones, a primera vista tan sencillas, son producto irracional de conflictos inconscientes profundos, de la adaptación y de las defensas del ego, de la presión del superego y de los pedidos de ayuda externa. Las fuentes originales de auto devaluación depresiva, la fuente que derrota todo intento que las otras personas hacen por fortificar a la enferma, están en un estado de tensión ego-superego al que llamamos culpa inconsciente.