No se produce por herencia, la nueva naturaleza se obtiene solo por gracia y por una unión vital con Cristo.
No se produce por voluntad carnal, es decir, no tiene nada que ver con nada que el hombre pueda hacer o lograr humanamente.
Tampoco se produce por voluntad de varón, es decir, por procreación humana o por pertenecer a una determinada raza, o religión, o cualquier otra prerrogativa.