La cocaína, al ser un estimulante del sistema nervioso central (SNC), disminuye e incluso puede llegar a suprimir la necesidad de dormir y descansar. Una persona adicta a esta sustancia, puede llegar a sufrir un desajuste en los ritmos circadianos, de forma que no llega a dormir las horas suficientes y, por tanto, su sueño no es reparador; llegando a despertarse somnoliento, lo que podría desencadenar una mayor necesidad de consumir este estimulante, por lo que esto se convertiría en un círculo vicioso.
Hay que destacar que la somnolencia diurna es unos de los síntomas más comunes del síndrome de abstinencia a la cocaína, así como también el insomnio.