Teorías de las instituciones: El concepto de institución en sociología (Lourau)
lll Durkheim
ll De los orígenes a Durkheim (sistema de referencia del derecho objetivo)
V Crisis del concepto de institución
l Sistemas de referencia
lV La institución como instancia imaginaria
Los precursores de la sociología recurren a la misma arqueo logía del concepto de institución que los filósofos del derecho, los teóricos marxistas y los socialistas utópicos. Esto significa que le costará mucho desprenderse de ideologia que considera positivo el orden establecido. Heredera del positivismo y de la escuela del derecho objetivo, la escuela francesa de objeto de la nueva ciencia. En esta tase triunfalista e inter vencionista (ya que la sociolo era, en cierto modo, una parte de la ideología oficial de la Tercera República), la cues tión reside en saber si habiendo «fracasado»> el marxismo las ciencias sociales deben hacer suyo el proyecto de recons trucción de la sociedad. Objeto real y objeto de conocimiento a la vez, la institución evoca alternativamente las coacciones sociales que han de reforzarse, transformarse o suprimirse, y la idea de invarian tes sociales a los que resulta muy difícil vaciar de toda tras cendencia. En los demás países, la sociología intenta igualmente sepa rarse de la historia, de la filosofía del derecho y de la econo mía.
El objetivismo, el positivismo, el racionalismo, siguen apadri nando las ciencias sociales, ya que Freud aún no ha aparecido, o se lo ignora.
El institucionalismo florece igualmente en la sociología nor teamericana. Sin embargo, la influencia de Weber o Durkheim 3e conjugará pronto con la influencia de la psicología social, de la fenomenología y del psicoanálisis (o, al menos, de una psicología de la «personalidad» más o menos marcada por las inclinaciones psicoanalíticas que nutren al culturalismo).
La proble mática de las instituciones en sociología opone o intenta re conciliar los dos primeros términos de la dialéctica hegeliana,Nbajo la forma de la oposición entre lo particular y lo general, entre el individuo y la sociedad. Casi siempre se escotomiza el tercer término, haciendo que se yuxtaponga con uno de los otros dos términos o lo sustituya. Este deslizamiento del momento de la universalidad al lugar que debiera estar ocupado por el momento de la singularidad pro duce dos consecuencias: por un lado, las formas singulares de la regulación social son consideradas como formas universa les; por otro, la universalidad ya no tiene delante sino a la «persona».
Preferimos elegir una clasificación más exhaustiva, y al mismo tiempo más flexible, basada en la distinción de tres instancias: lo objetivo, imaginario y lo simbólico.
- El primer sistema de referencia será el de la institución como «cosa»> en el sentido durkheimiano del término. En es te sistema, la institución aparece como compulsión exterior ( a través del derecho y/o a través del consenso). Se privilegia el momento de universalidad, bajo la figura de la <<sociedad»>.
- El segundo sistema de referencia surgió del cuestionamien to más crítico del derecho objetivo y del positivismo durkheimiano. Sitúa la institución como instancia imaginaria, privi legiando así la particularidad de lo vivido. La institución no tiene realidad objetiva; no es una «cosa», sino una proyec ción de la angustia individual y un sistema de defensa contra dicha angustia.
- Otro sistema de referencia, surgido del primero o cercano a él, pero que se propone superarlo, intenta la síntesis entre el momento de objetividad y el momento de lo imaginario. Pone el acento en la significación simbólica de la institución, cuyo contenido exterior, objetivable, necesita para actuali zarse una interiorización en momentos y lugares singulares de la vida social.
La escuela tradicionalista francesa experimentó la influencia de las ideas germanas durante todo el período de la emigra ción. Bonald vivía en Alemania cuando Napoleón lo llamó a Francia. Con los demás representantes de la sociología emi grada» (expresión más cargada de sentido de lo que tal vez suponía su autor), Bonald proporcio referencias nada desdeñables a los precursores de la sociología. Un análisis más completo del contexto original de la sociolo gía debería dedicar asimismo mucho espacio a los desviantes y a los utopistas. Fourier, fundador de una especie de socio logía del deseo -lo cual implica que la institución está car gada de toda la negatividad- escribe en la misma época que Saint-Simon, y tendrá como él una descendencia que se manifestará, en competencia con los sansimonianos, antes de la revolución de 1848 y durante ella. insistiendo en la exterioridad de la organización social con respecto al hombre, especifica: «No hay más que un objeto por examinar: nunca se trata sino del hombre rodeado de agentes que pueden serle útiles o perjudiciales ». En cuanto al hombre, si se exceptúa al marxismo, fue privado durante largo tiempo de la cualidad de agente. La sociedad actúa por sí misma y sin el hombre (aun cuando actúa para el hombre)...
El estado de madurez exige que se establezcan nuevas instituciones. La visión de Saint-Simon no está exenta de ambigüedad: cuando dice «que en cada épo ca los pueblos han sido administrados como podían serlo»>, y que es necesario cambiar las instituciones cada vez que cambian «<las condiciones orgánicas», el problema consiste en saber cómo apreciar el cambio, cómo evaluar las «<<contradicciones» entre el estado del organismo y el estado de las instituciones.
La contradicción entre el «curso natural» de la historia y el orden orgánico de la sociedad en cada momento de la historia, por un lado, y por el otro la acción social de los individuos, tomará la aparien cia de una tensión permanente y necesaria entre dos grandes categorías transhistóricas, metasociales: la categoría de con tinuidad y la categoría de solidaridad. Ambas dan cuenta de la «economía de ese Gran Ser» que es la sociedad.
a. La continuidad es la acción de los muertos sobre los vivos, tanto desde el punto de vista de la herencia material como desde el punto de vista de lo que ahora se denomina heren cia cultural:
b. ¿Qué es la solidaridad? La acción «espontánea» de los ór ganos del cuerpo social, que lo conduce de los dos «estadios>> primitivos al estadio «positivo». Esta espontaneidad implica la «contribución» de las voluntades individuales pero, lo re petimos, ese «concurso» nada tiene de contractual.
Otro gran precursor de la sociología moderna ilustra perfecta mente esta tendencia: se trata de Spencer. A la manera de Comte, el filósofo inglés edifica una construcción de aspecto enciclopédico, una reorganización de todo el saber de su épo ca. Considera la «sociedad» como objeto de conocimiento po sible, pero manteniéndose estrechamente dependiente de una ideología que confunde el objeto real y el objeto de conocimien to. Su sistema de referencia es objetivista y universalista, pe ro lo es para expresar mejor una tesis política: la tesis de la «moderación». El análisis de las instituciones no puede evitar, por lo tanto, un cuestionamiento de las instituciones; y una organización social, aún la más fuerte, puede y debe ser cuestionada en nombre de su propio «crecimiento»>. La racionalidad aparente de la sociedad ya no es, en lo sucesivo, un velo suficiente para ocultar las contradicciones de esta, aunque sean fecundas. El concepto durkheimiano de anomia intentará dar cuenta de esta complejidad de la regulación social.
La concepción de Durkheim y de su escuela (aunque los dis cípulos han diversificado la doctrina del maestro) extiende la noción de institución a la noción más general de hecho so cial. Pero al extenderse, esta tiende a perder su precisión. Para Durkheim, la institución es sinónimo de regulación social, y el concepto de institución es el objeto mismo de la sociolo gía. Una vez más se evidencia
c. División del trabajo y anomia
b. Solidaridad mecánica y
Solidaridad orgánica
a. La noción de coerción social
Esta noción queda desembarazada de la ganga metafísica que la envolvía en Comte; en cambio, presenta el aspecto de una dura necesidad inmanente, y no es analizada como forma ins tituida de la coerción estatal, a diferencia de la concepción weberiana de la «dominación»>. Por el contrario, sugiere, a través de su marcado, la idea de interioriza ción de las normas: las representaciones mentales del indi viduo tienen por contenido las «representaciones colectivas»>. Pero Durkheim, a diferencia de Comte, no cree que la categoría de solidaridad derive inmediatamente de la categoría de continuidad.
En efecto, la categoría de continuidad actúa sin implicar por ello la categoría de solidaridad; mejor dicho, garantiza sola mente la solidaridad mecánica, forma grosera de sociabilidad que no deja de evocar la «serie» sartreana. Por el contrario, la solidaridad orgánica es el signo de una isonomia, de una reciprocidad de intereses y de acciones, de una conciencia co lectiva.
Las instituciones han hecho posible nuestra acción, inclusive nuestra acción reno vadora; si terminan trabándola o impidiéndola, es porque ya no garantizan sino una solidari ad mecánica, ya no aseguran una regulación eficaz: la sociedad se halla entonces en estado de anomia, y no ya de isonomia.
En De la división del trabajo social, Durkheim vincula el con cepto de anomia con el concepto de división del trabajo. Uno es heredado de los economistas clásicos; el otro proviene de Guyau. Se distinguen dos formas de división de trabajo: la división normal y la división patológica o anómica.
Durkheim busca la solidaridad orgánica donde no podría existir, y no la ve donde se actualiza con mayor fuerza. Distingue entre lo normal y lo anómico, e in tenta reabsorber lo anómico invocando la trascendencia de las instituciones, sin ver que la anomia es una nueva forma de sociabilidad institucionalizada en la sociedad industrial, y que lo normal no es sino el residuo de los antiguos valores, conservados por las instituciones antiguas..
d. El continuum social: su ruptura
y su restitución permanentes
Durkheim plantea la heteronomía entre individuo y sociedad. El primero está sujeto al cambio continuo: aparece y des aparece sin cesar. La segunda permanece: en ella reside el único continuum. La moral y el derecho, objetos de la aten ción sociológica, son hechos sociales. «El dominio de la mo ral comienza donde comienza el dominio social», afirma Dur kheim en La educación moral. prosigue: «La sociedad su pera al individuo (...) y con ello cumple la primera condi ción necesaria para servir de fin a la actividad moral.
Para cambiar la sociedad, o al menos mejorar su funcionamiento, la educación sigue siendo la prác tica privilegiada. Es cierto que Durkheim propone otras solu ciones para alejarse del «estado crítico»> en que vive la socie dad de su época -una sociedad que enfrenta la industrialización, las contradicciones del capitalismo y las secuelas de dichas contradicciones que se llaman socialismo y sindicalis mo, incluso anarquismo pero la senda principal del soció logo reformador y, por lo tanto, del pedagogo, consiste en identificar su prédica con la de la sociedad instituida. Aun que las instituciones están enfermas, la sociedad, globalmen te, sigue siendo «buena>>. Durkheim advierte que la ruptura del vínculo social se origi na en lo que otros denominan la lucha de clases: «Todas las clases se enfrentan porque ya no existe una jerarquía establecida», declara en El suicidio. Tanto en el plano colectivo como en el plano individual, k ruptura del vínculo social puede ser evitada o corregida solo cuando la sociedad se piensa a sí misma y quiere ser su propia reguladora, su propia institutriz. Solamente la educación pue de restituir la continuidad del vínculo social.º
El sistema de referencia fenomenológico no es ni quiere ser sociológico: es el instrumento de una crítica generalizada de las ciencias humanas. Aquí las condiciones de existencia de la sociología son cuestionadas tal como lo son, desde puntos de vista y en sistemas de referencia totalmente distintos, por cier tas tendencias del marxismo o del psicoanálisis.¹0 Lo que se afirma explícita o implícitamente en el sistema de referencia fenomenológico, es que la institución no es una «cosa»>, un objeto real, y que tampoco debe considerársela como un ob jeto de conocimiento. Con toda nitidez, el enfoque fenomenológico se distingue del enfoque objetivista y se opone a él. Rechaza la explicación cien tífica para retener solamente la comprensión. Comprensión de una situación afectiva, que distingue también la fenomenología
social de la «sociologia comprensiva» elaborada por Weber.
La crítica «comprensivas del procedimiento explicativo merece cierta atención:
a. Por sus defectos (subjetivismo, ilusión de lo inmediato) y sus aspectos positivos (denuncia del carácter formalista de toda explicación).
b. Porque esta crítica marcó y sigue marcando sobremanera el enfoque clínico en psicopatología y en psicología de grupos (el aquí y ahora).
Las relaciones explicativas entre los fenómenos constituyen el objeto de la investigación científica. «Saber es saber las causas saber mediante las causas». Así pensaba Durkheim cuando se propuso «fundar la sociología>>. La vivencia, la situación afectiva, permiten al sociólogo imaginar, comprender empáticamente la existencia y las funciones de esos objetos imaginarios que son las instituciones. Porque es sensible, como todo individuo, a los fenómenos de atrac ción, de interacción, de repulsión, puede comprender esas «vivencias de sociedad» que son las formas sociales llamadas grupo, comunidad, organización, institución, sociedad...
Estas «corrientes libres, cuya existencia afirma Durkheim considerándolas hechos sociales, no podrían ser denominadas cosas». Monnerot no se contenta con oponer hechos de masas e instituciones. «Aun las instituciones, que ofrecen sin embar go el terreno más propicio para el naturalismo sociológico, si bien pueden ser explicadas
Uno de los principales representantes de la corriente fenome nológica en Francia, Merleau-Ponty, también invita al soció logo a efectuar el análisis de sus compromisos de observador." La comparación utilizada por Merleau-Ponty nos recuerda que los cuerpos caen y son, como tales, objetivables y observables con referencia a la representación de la caída libre, referencia que nuestro espíritu construye y conserva con vistas a expli car las otras modalidades de la caída de los cuerpos. Por con siguiente, el sociólogo elabora el conocimiento analizando lo que ocurre en su espíritu en el momento de la observación, y no mediante la mera observación de un agente exterior. La aporía de las relaciones entre vínculo libidinal y vínculo social debe resolverse en una dia léctica entre dos órdenes de realidades o de «verdades»; por un lado la verdad singular y biográfica de los individuos parti culares (o del sociólogo como individuo); por otro lado la verdad universal, dentro y a través de la cual emergen la sin gularidad y la particularidad de los individuos.
Contra la concepción objetivista, pero también contra la concepción que hipostasía el contenido imaginario de la institución, el procedimiento propuesto consiste en reunir los dos precedentes en el doble movimiento del hombre en situación al objeto, y del objeto al hombre en situación.
El institucionalismo durkheimiano, atacado desde la izquierda por el marxismo y desde la derecha por la fenomenología, in fluye sin embargo en las grandes construcciones sociológicas del siglo xx. Sigue siendo marco de referencia de los siste mas que intentan renovarlo o superarlo. Dicho de otra manera, la «sociedad»>, en su carác ter de organismo o «cuerpo» que servía como sistema de re ferencia al objetivismo y al organicismo, ya no es considerada objeto de ciencia. Se parece un poco al «éter» de los alquimis tas y de los primeros físicos; una noción ideológica destinada a disimular un vacío teórico. En apariencia, las concepciones empíricas permiten sustituir el concepto nominalista y ciego de sociedad por el concepto rea lista de institución. Éste es un momento fundamental de la historia del concepto de institución, una inflexión de su siste ma de referencia llamada a tener vastas repercusiones. La psicología social explora una tierra desconocida o, al menos, poco estudiada por los institucionalistas: lo informal, la vida subterránea de los grupos tras la fachada de las instituciones, las normas no institucionales que completan y combaten las normas institucionales en la institución más fértil del capita lismo: la empresa industrial.
La mencionada encuesta aplica tres tipos de variables, que Merton designa de este modo:
a. Variables dependientes: movilización y oportunidades de
promoción.
b. Variables independientes: antecedentes civiles, universita rios, profesionales, etc.; condición social, orígenes, etcétera. c. Una variable intermedia de interpretación, que no es sino la noción de «frustración relativa». Por ejemplo, el «hombre casado» (variable independiente) cuestiona más a menudo la legitimidad de su movilización (variable dependiente) porque evalúa la situación comparándola (variable de interpretación) con la de los casados que no fueron movilizados y con la de los solteros que lo fueron»>.
La noción de pluralismo supone que se toma como marco de referencia una sociedad como totalidad bien delimitada: ahora bien, ese tipo de totalidad no existe, salvo (quizá) bajo la forma del Estado. Suponer una «sociedad global» equivale de hecho a invocar la existencia de Estados nacionales, es decir, de conjuntos sociales cuya estructura y fronteras son proporcio nadas por la fuerza armada. Se trata de una confusión muy grave para la sociología, lo cual, por supuesto, de ningún mo do significa que el sociólogo no deba tomar el Estado como objeto.
La noción de segmentaridad, por el contrario, presenta la ven taja de no confundir objeto real (el Estado) y objeto de cono cimiento (el sistema social). Se apoya en el postulado según el cual la «<sociedad»> es un agregado más o menos estable de «so ciedades» -categorías y clases sociales que viven a la vez en complementaridad y en lucha permanente.
Polisémica, equívoca, problemática: así aparece la institución al finalizar esta revisión de las variaciones del concepto en los diferentes sistemas de referencia donde se lo encuentra utilizado.
A. La polisemia. Desde la filosofía del derecho hasta los más recientes desarrollos de la sociología, la polisemia del con cepto de institución es evidente. Resumamos. La filosofía del derecho, a partir de Hegel, acentúa sobre todo el momento de la universalidad del concepto. Recuenta las normas univer sales, las formas de regulación establecidas, ya-ahí en los có digos o en la costumbre no escrita.
B. El equívoco. Como se comprende a partir de las observa ciones anteriores, el equívoco del concepto de institución re side en el hecho de que designa alternativa o simultáneamen te lo instituido o lo instituyente. Para la ideología dominante, formada en gran parte por una vulgarización del derecho y de la filosofía del derecho, la institución es la cosa establecida, lo instituido. La duración, la repetición del estado de hecho sirven para legitimar la institución.
C. La problemática. El concepto de institución es además problemático: esto significa que la institución casi nunca se ofre ce de manera inmediata a la observación o al estudio inductivo. Presente-ausente, la institución emite mensajes falsos di rectos mediante su ideología, y mensajes verdaderos en código mediante su tipo de organización. No se confunde con los objetos reales que designa en la ideología corriente o en e vocabulario jurídico-sociológico.