Los peligros de Internet residen, primero, en que en la mayoría de las ocasiones no sabemos realmente la identidad o la personalidad de la persona con la que interactuamos, sobre todo en el ámbito de las redes sociales, donde proliferan las cuentas falsas. En segundo lugar, en que cualquier mensaje, imagen o vídeo que se comparta queda completamente fuera del control del emisor, que sería, en este caso, un niño/a o adolescente.