El hecho de que el hombre, a veces, usando de esa capacidad, haya logrado ampliar su universo vital con un universo cultural, donde el espíritu crea y se recrea, hace a nuestra especie aún más deudora de aquellos primeros seres vivos, que en su tenaz lucha por la supervivencia, conquistaron para nosotros las capacidades expresivas, los instrumentos biológicos, los patrones expresivos, en los que se funda genéticamente toda comunicación; incluida aquella que opera con los más sublimes o abstractos de los productos comunicativos humanos