El salado, como su nombre indica, viene potenciado especialmente por la sal. Aunque a nivel más técnico, es responsabilidad de los denominados iones solubles y otros metales alcalinos. Sin embargo, no siempre es así. Sales poco habituales, e incluso la más común, el cloruro de sodio, la sal de mesa, pueden ofrecer sabores dulces en baja concentración y sabores amargos en alta. El auténtico sabor salado, entonces, lo encontraríamos en el término medio del uso de la sal común y en sales como la de sodio o la de potasio.