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La escuela de Frankfurt y el concepto de industria cultural.
Defiende la posibilidad de elaboración de un pensamiento que cuestione con profundidad las tendencias totalitarias, excluyentes y conducentes a la dominación del ser humano.
El pensamiento social es visto como un asunto de praxis social y en su potencial práctica transformadora y emancipadora.
Para Adorno y Horkheimer el problema reside en el hecho mismo de que se fusione y se confunda la cultura con el entretenimiento.
"El aparato impone sus exigencias económicas y políticas, de expansión y defensa, sobre el tiempo de trabajo y el tiempo libre, sobre la cultura material e intelectual"
"La exigencia de ´medir la cultura´ [...] la cultura debía ser precisamente aquella condición que excluye una mentalidad capaz de medirla".
A partir de la ilustración, el conocimiento se convierte en poder y la naturaleza en un simple objeto de control.
Se trata del triunfo de la racionalidad técnica, del cálculo, de la razón controladora, que termina reduciendo todo a simples medios para un fin.
Los receptores no se relacionan con la industria cultural sin antes haber sido mediados por ella.
Operaciones que no apuntan más que a la reproducción simbólica del orden social y de las relaciones de dominación vigentes.
"La cultura marca hoy todo con un rasgo de semejanza"
La creación cultural en las sociedades capitalistas avanzadas está fuertemente condicionada por la lógica de producción del sistema.
La lógica de la ganancia y del beneficio económico promueven, orientan y encauzan la producción de cultura en el mundo de hoy.
"La cultura es una mercancía paradójica"
"Del proceso de trabajo en la fábrica y en la oficina solo es posible escapar adaptándose a él en el ocio".
La industria muestra el sufrimiento necesario y la conducta ejemplar a seguir. "Así es la vida, tan dura, pero por ello mismo tan maravillosa"
Productores culturales, publicistas y especialistas en marketing son encargados de diseñar los productos culturales para cada grupo, procurando dar siempre la ilusión de originalidad, diversidad y elección.
La industria cultural, absolutiza la imitación.
La velocidad de circulación de las frases e imágenes impide la profundización en las cuestiones planteadas y el pensamiento propio.
En las sociedades capitalistas contemporáneas los bienes culturales se producen en serie.
Ofrece una aparente gama de opciones y alternativas que brindan al espectador la ilusión de poder elegir.
Moldea a los sujetos en función de la lógica que el orden social impone.
Martín Barbero dice que "la pérdida del aura" es un proceso que tiene lugar en las sociedades contemporáneas y que provoca la creación de una experiencia cultural nueva.
"A la estandarización de la producción simbólica se hizo corresponder [...] una estandarización del consumo simbólico" dice Lizazaro.