Piaget, en un estudio, observó que los niños atribuían vida al viento y a las nubes (tendencia denominada animismo), llevándole a pensar que no distinguían bien entre lo que tiene vida y lo que no; pero más tarde se ha observado que niños de 3 y 4 años comprendían que las personas, al contrario que las piedras y muñecas, tenían vida, lo cual sugiere que los niños atribuyen animismo a los elementos que comparten características con los elementos vivos como el movimiento, la emisión de sonido, etc.