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ACTITUTES PSICOPATÓGENAS DE LOS PADRES Y OTROS ADULTOS - Coggle Diagram
ACTITUTES PSICOPATÓGENAS DE LOS PADRES Y OTROS ADULTOS
Rigidez , Autoritarismo
Imposición inflexible de las reglas de conducta al niño, sin tomar en cuenta su edad, estado de ánimo en el momento, tipos de personalidad, circunstancias presentes, etc.
Para este tipo de persona, ceder, hacer concesiones aún en cuestiones de menos cuantía, constituye una derrota, una pérdida de fuerza moral.
Suelen ser personas con poca seguridad real en sí mismas y a su autoridad, por lo cual sienten como muy peligroso cualquier signo de rebeldía.
El autoritarismo puede engendrar a corto plazo en el niño actitudes de sumisión, rebeldía o mezcla de ambas.
A largo plazo el autoritarismo tiende a formar un adulto rígido y con frecuencia agresivo o intransigente, al extremo de formar perjuicios con facilidad.
La personalidad obsesivo-compulsiva y la neurosis obsesivo-compulsiva constituyen entidades psiquiátricas frecuentemente asociadas por actitudes regido-autoritarias de los padres.
Permisividad (afecto sin autoridad)
Éste tipo de padre o madre se describe corrientemente con la frase débil de carácter o con el término consentidor.
Se le da afecto al niño, a menudo abundantemente, pero no ejerce control sobre él, y se le deja hacer todo lo que quiera.
El niño no respeta, al extremo de que a veces llega a pegarle a sus padres o cuidadores.
Éste tipo de personas tiene poca entonación de voz o del gesto que traiciona su poca determinación de hacerse obedecer, cosa que capta el niño o niña.
Si su deformación llega a extremos psicopatológicos el niño suele presentar perretas y/o inmadurez de la personalidad.
Conflicto alrededor de la crianza del niño.
En la formación de la personalidad del niño, lo ideal sería un acuerdo lo más completo posible entre los adultos formadores (padres, abuelos, maestros, etc.)
Las escenas agresivas frecuentemente entre adultos en presencia del niño le causan miedos y sentimientos contradictorios e intensos.
La división de la autoridad, tienta al niño a acogerse a la tesis que más le conviene en un momento dado.
La resultante psicopatológica de todo este proceso puede ser el establecimiento de normas y valores morales confusos y contradictorios, así como episodios neuróticos a corto plazo.
La etapa en la cual el niño puede ser más duramente afectado es durante los primeros 6 años de vida.
Sobreprotección (afecto exceso de ansiedad)
La madre (o padre) sobreprotectora es generalmente una persona ansiosa en general o específicamente respecto al niño y que, debido a ello, exagera las medidas de seguridad y las prolonga más allá de la etapa del desarrollo en que sean necesarias.
Vive con un eterno sobresalto o estado de preocupación respecto al niño, cosa que le agobia a ella (o a él) y desde luego al niño.
La sobreprotección tiende a producir un niño ansioso, inseguro e indefenso ilimitado en las relaciones interpersonales sobre todo con otros niños.
En el extremo psicopatológico la sobreprotección se asocia frecuentemente, a la personalidad ansiosa y a la neurosis de ansiedad.
La edad en que más puede afectar al niño es entre los 2 y los 12 años, y específicamente entre los 2 y los 6 años.
Rechazo (falta de afecto encubierto o manifiesto)
En el rechazo existe una falta de afecto o antipatía de la madre o el padre hacia el niño.
La madre que rechaza y castiga en demasía al niño, lo compara desfavorablemente con otros, destaca sus malas cualidades, sin reconocer los rasgos positivos de éste y limita sus demostraciones de afecto.
A veces el rechazo es manifiesto, otras veces este rechazo es encubierto.
Esta actitud de los padres puede provocar qué el niño se vuelva rebelde, agresivo, negativista (conducta antisocial) o bien puede convertirse en un niño retraído, aislado o depresivo.
Maltrato e Intimidación (rechazo manifiesto)
Existen numerosos padres que utilizan como método educativo el maltrato, tratan de lograr la obediencia a través de amenazas constantes y castigos corporales.
Éste método, si bien no necesariamente es muestra de rechazo, el niño lo interpreta como tal.
El niño aprende a obedecer no por una interiorización real de las normas y patrones de conductas adecuadas, si no por el miedo al castigo.
Su relación de afecto y respeto para con sus padres se basa en el temor o en el miedo.
Conductas culpabilizantes y/o paranoides hacia el niño
El padre o la madre rodea el niño de una atmósfera persecutoria y le ofrece una imagen de niño malo. Puede que sin volcar su paranoia sobre él, lo haga partícipe constante de su visión paranoide del mundo.
Ciertas madres suelen utilizar como método favorito de controlar al niño el de crearles sentimientos de culpa. Esto puede dejar un rastro de conflictos y sentimientos de culpa.
Inconsistencia en el manejo: Premiar, castigar y/o ignorar alternativamente la misma conducta.
Algunos padres establecen un régimen anárquico de premio y castigo de la misma conducta del niño.
Su actuación ante el niño no está guiada por principios que traten de inculcarle, sino por el estado de ánimo o de humor del momento.
Éste tipo de actitud patógena puede llevar a defectos en la formación moral del niño y pueden producir sociopatías.
Complacencia y estimulación de conductas patológicas y/o sociopáticas en el niño
En este tipo de actitud patógena el adulto incita al niño, de modo inconsciente, a que cometa actos antisociales o a que mantenga conductas patológicas. Al mismo tiempo suele castigarlo o verbaliza repudio por la conducta del niño.
El niño capta el mensaje del padre que aprueba e incita la conducta y ello le sirve de disparador y alimento para la misma.
Las conductas sociopáticas y patológicas incitadas por este mecanismo suelen tener buen pronóstico. El niño cesa espontáneamente en su conducta tan pronto desaparece la estimulación del progenitor.
Ejemplos y/o enseñanzas de conductas sociopáticas
En estos casos el adulto le da el ejemplo. Le enseña directamente al niño conductas antisociales: mentir, robar, etc.
Éste tipo de influencia directa negativa se observa en familias con conductas antisociales y la resultante es la conducta delincuencial en el niño o en la adolescencia.
Carencia de estímulos: Lo que daña no es la presencia de una determinada constelación de estímulos, si no la ausencia o deficiencia de un factor necesario para el desarrollo psicológico normal o para el mantenimiento del equilibrio psicológico.