En 1988, una hermana puertorriqueña le transmitió la siguiente profecía divina: «José Luis, varón esforzado y varón valiente, tus lomos han sido ceñidos con la verdad de la palabra. Unos lomos ceñidos con la palabra verdadera con la palabra que lleva un peso real y perfecto porque son los lomos ceñidos con la palabra de gracia. No hay otra palabra. No hay otro mensaje. No hay otro cinto que deba de ceñir los lomos del mensajero sino este es el verdadero cinto, el cinto de la gracia sobre tus lomos. Y te he dado habilidad para hablarla, para enseñarla, para vivirla, para mostrarla, para que resplandezca».