Los créditos vinculados con los administradores y accionistas del banco ascendieron a 550 millones de sucres, identificándose un excesivo riesgo de crédito y sin garantías legalmente exigidas. De esa forma el Banco del Progreso tenía como 331 empresas fantasmas, otorgándose préstamos por una suma de 533 millones de sucres, contando que estas dichas empresas tenían nombre de choferes, agricultores, empleadas domésticas, entre otros.
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