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Teorías literaria del siglo XX "…
Teorías literaria del siglo XX
"Wimsatt y Beardsley"
La falacia intecional
La falacia afectiva
Consiste en la creencia (errónea) de que el plan o la intención del autor es un criterio decisivo para juzgar un trabajo literario.
Al intencionalismo se corresponde con “lo que el autor quiso hacer".
La intención es entonces el diseño o el plan en la mente del autor.
Podemos creer o decir que “para juzgar la producción de un poeta tenemos que saber qué ha intentado”.
Es obvio que un escritor tiene algún tipo de plan que le permite llevar a cabo su obra, pero sin embargo, ese plan no determina las consideraciones del lector.
El valor de una obra literaria depende de la obra en sí.
Una obra tiene valor por lo que significa para quien la lee. Su éxito depende de los significados que evoca.
El sujeto emisor de una obra literaria es un “hablante dramático”, que en realización de algunas lecturas puede identificarse con el autor gracias a una “inferencia biográfica”.
La intención original puede cumplirse, pero también puede combinarse con otras intenciones previas o ulteriores.
La falacia intencional es la confusion entre el poema y sus origenes.
Implica la relación del significado de un texto con las interpretaciones de sus lectores.
Esto se consideró como una "falacia" ya que la mayoría ortorgan la importancia debida a los objetivos del lector.
Es la práctica de evaluar el efecto que tiene una obra literaria en su lector.
Es la confusión entre el poema y sus resultados.
Lo que
es
y lo que
hace
El papel de la regla linguística es estabilizar las reacciones ante una palabra.
La relación del lenguaje con los objetos emotivos es la sombra y el índice.
La falacia condujo a una serie de errores potenciales, la mayoría de ellos relacionados con el relativismo emocional.
El crítico no es un colaborador de informes estadísticos contables sobre el poema.
Es un maestro o explicador de significados.
Sus lectores, si están interesados, no se conformarán con tomar lo que dice como testimonio, sino que lo prufundozaran.
Un poema o una historia induce en los lectores imágenes vívidas, sentimientos intensos o conciencia elevada.
No es nada que pueda ser refutado ni nada que el crítico objetivo pueda tener en cuenta.