Es repudiable lo contrario a la eutanasia: la distanasia, palabra que viene del griego dys-thanasía ("mala muerte"), es decir, el enseñamiento terapéutico que somete a infinitas indignidades y mutilaciones a pacientes terminales, que no prolonga en realidad la vida sino el proceso de morir. La distanasia, además de atentar contra el principio de no maleficencia, lo hace contra el principio de justicia que exige un reparto equitativo de los recursos sanitarios existentes.