La tarea de transcribir constituye una parte fundamental del análisis ya que implica una primera manipulación de los datos recogidos. Hay que decidir, en primer lugar, qué datos contextuales no lingüísticos hace falta incorporar, ya sea al hilo de la transcripción (gestos, movimientos, etc.) o como introducción a ella, en forma de un breve relato o descripción de la situación de comunicación y de los participantes.