La integración de fe y vida se hace presente en la relación del hombre consigo mismo,
con Dios, con los otros y con la naturaleza, lo que crea un ambiente de vida fraterna y solidaria en donde se pueda llevar a cabo el proyecto de Dios para toda la humanidad: la dignidad humana, la verdad, la libertad, la
paz, la solidaridad, el bien común, la bondad, la justicia y la primacía de la persona por sobre todas las cosas.