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Antropología, presentada en, además, donde, por otro parte, pues, pues…

- - - - la escritura presenta a Cristo como creador
        (ej: Éx 20:8-11; Mt 19:4-6; Ef 5:31
        
        La creación del hombre glorifica a Dios en un contexto de compañerismo amante (Sal 19:1-4; 100:1-4; Pr 8:31)
        
        La imagen de Dios implica que hay una semejanza de Dios en el hombre, pero no son iguales.
        
        Sólo Cristo es “el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es” (Heb 1:3, NVI). Ciertamente, “él es la imagen del Dios invisible” (Col 1:15).
    - - Hay un cambio en la fórmula de aprobación: de “era bueno” antes de la creación del hombre (vs. 4, 12, 18, 21, 25) a “era bueno en gran manera” después de ello (v. 31).
        
        La Deidad delibera sólo antes de la creación del hombre (v. 26)
        
        La imagen de Dios es tan importante en la Biblia que se demanda la pena de muerte para los culpables de asesinato (Gn 9:6).
        
        Cairus, menciona que “la idea de las criaturas humanas como imagen de Dios primariamente apunta hacia su papel como representantes de Dios sobre la creación inferior (Gn 1:26, 27; Sal. 8:5-8)”.
        
        Que como los ángeles, los seres humanos son criaturas inteligentes quienes tienen la habilidad de conocer a Dios y comunicarse con él (Gn 1:28-30; 2:15-17). Esto es lo que hace de los humanos criaturas espirituales
        
        El concepto de la imagen de Dios
        implica varias cosas
        
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    - - Elementos son aspectos o dimensiones del ser humano en su conjunto.
        
        La imagen de Dios no se refiere a un aspecto supuestamente separable del ser humano como el alma de la tradición cristiana
        
        Los seres humanos son una entidad unitaria, como revela la terminología utilizada por Génesis. Dios formó al primer hombre usando polvo. Dios sopló en él su aliento de vida y el
        hombre se convirtió en un alma viviente (Gen 2:7; Job 10:8-12).
        
        El texto, muestra que el alma viviente (Heb. nepheš ḥayyâ) es la persona como un todo, incluyendo sus dimensión física. El alma no es una entidad consciente atemporal e incorpórea que puede sobrevivir a la extinción del cuerpo.
        
        Entendemos que:
        
        “Dios hizo al hombre recto” (Ec 7:29).
        
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        “Ciertamente no era perfecto en el sentido de haber logrado todo lo que era capaz de lograr; por ejemplo, requería instrucción (Gén. 2:16, 17)”. Cairus, 237.
        
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        En su perfección original el hombre poseía una justicia original.
        
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        Dios creó al hombre originalmente como un ser glorioso y digno de ser honrado (Sal 8:4-8).
        
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  - - - El relato de la creación del hombre en Génesis 2:7 ha sido a veces interpretado como la infusión de un “alma” o sustancia inmaterial dentro de un organismo material.
        
        Pero la realidad es que el “soplo de vida” es algo que el hombre comparte con aves, reptiles, mamíferos y otros animales (Gn 1:30; 7:22).
        
        El hombre es también un “ser viviente”, un nefesh jayyâh como otros animales (Gn 1:20, 24; cf. Ec 3:19).
        
        El “soplo de vida” no es pues una entidad independiente del cuerpo con consciencia propia que pervive después de la muerte. El hombre es un alma, en vez de tener un alma.
        
        La esperanza bíblica en relación a la muerte radica en la resurrección de los muertos, no en la inmortalidad del alma.
  - - - Génesis 3 no especifica quién es la serpiente pero el NT lo aclara: Ap 12:9 (la serpiente antigua es el diablo o Satanás).
  - - - Es resultado de una decisión consciente y voluntaria tomada por criaturas inteligentes en oposición a la voluntad y la ley de Dios.
        
        La Escritura describe que en algún momento del pasado, antes de la creación de la tierra, un ángel se rebeló contra el gobierno de Dios y trató de usurpar su posición (Is 14:13-14).
        
        Persuadió a muchos otros ángeles que lo siguieron en su rebelión (Ap 12:4, 7-9; 2 P 2:4; Jud 6). Después de la semana de la creación logró tentar a Adán y Eva y, como resultado, el problema del pecado se extendió a la tierra con todas sus consecuencias (Gn 3).
        
        Manifiesta que Satanás y sus seguidores cometieron pecado en su rebelión contra Dios revela que vivían bajo la autoridad de una ley moral divina (Ez 28:15; Jn 8:44; 1 Jn 3:8).
        
        La desobediencia a esa ley fue una ofensa para Dios y un cuestionamiento de su carácter y gobierno (Is 14:13-15).
        
        Antes de la caída, todo el universo vivía en
        armonía en una relación pactual con Dios que se rompió por causa del pecado (2 P 2:4)
        
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  - - - Según Ec 12:7, cuando una persona muere, el polvo vuelve a la tierra (Gn 3:19; Job 34:15; Sal 146:4) y el aliento de vida (rûah) vuelve a Dios. “Cuando Dios retira su aliento
        (Sal. 104.29 s.; Job 34:14 s.), el hombre vuelve a ser corporeidad muerta”.
        
        Los pensamientos de la persona también desaparecen. No hay
        conciencia (Sal 146:4; Ec 9:5-6).
        
        La Escritura a menudo se refiere a la muerte
        como un sueño (Dn 12:2, 13; Jn 11:11-14; 1 Ts 4:13-14).
        
        La muerte no es una condición natural (Ec 3:11). Los seres humanos estaban destinados a vivir para siempre.
        
        La muerte en la experiencia humana es el resultado del pecado humano (Gn 3:17-19), el uso incorrecto del libre albedrío humano (Gn 2:17; 3:1-6).
        
        A pesar de esa realidad, los creyentes tienen esperanza.
        
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  - - - Pero las Escrituras se refieren a una segunda resurrección al final del milenio que abarca solo a los pecadores que se opusieron a Dios y rechazaron su salvación (v. 5)
        
        Esta resurrección permite el castigo final y la aniquilación de los malvados en un lago de fuego, descrito como la muerte segunda. Esta muerte implica también la erradicación de la muerte en sí misma (Ap 2:11; 20:6, 14-15; 21:8).
        
        La Escritura no concibe la existencia de un infierno como un lugar eterno de tortura para los pecadores.
        
        Los santos están destinados a disfrutar de una vida eterna como seres humanos inmortales y glorificados, comenzando con el milenio en el cielo y la tierra nueva después de ese período (1 Co 15: 51-54; Fil 3:21; Ap 20-22).
  - - - Que el pecado es una realidad que todo lo impregna.
        
        El efecto del pecado de Adán se transfirió a toda la humanidad. Por esa razón no hay ningún ser humano (excepto Cristo) que no haya pecado (Ro 3:9-20).
        
        Ro 5:12 ha sido mal comprendido.
        
        El pecado, entonces, es entonces una tendencia irresistible, que mora en nosotros (Ro 7:17; Jer 17:9).
        
        El pecado no ha afectado sólo al hombre. También ha afectado a la naturaleza en general (Gn 3:14-19).
        
        El problema del pecado implica no solo la desobediencia a la voluntad y los mandamientos divinos (Gn 2:17; 1 Jn 3:4).
        
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- - - - La muerte no es realmente un sueño (una persona
        que duerme puede, por ejemplo soñar)
        
        La metáfora es útil porque sugiere que de la muerte se puede resucitar, así como del sueño se puede despertar (1 Ts 4:15-18).
  - - - La Biblia condena expresamente esta práctica (Éx
        22:18; Lv 19:31; 20:6, 27; Dt 18:9-13; Is 8:19, 20).
        
        Basado en el resto de la información bíblica sobre el estado de los muertos y el ocultismo, es claro que Saúl se comunica con un espíritu maligno.
  - - - La escritura, los muertos nada saben, no tienen memoria (El 9:5, 10; Sal 146:4).
  - - - Los dos puntos podrían ir después del “hoy”.
        
        Es necesario comparar este texto con Juan 20:17.
    - - En estos pasajes Pablo divide la existencia humana en tres fases:
        
        (A) La morada terrestre (2 Co 5:1, 2; Fil 1:22, 24)
        
        (B) La muerte, ilustrada como una persona sin ropas que Pablo quisiera evitar a través de la traslación (2 Co 5:3, 4; 1 Co 15:51-57)
        
        (C) La resurrección, ilustrada por una morada o edificio no hecho por manos humanas (2 Co 5:1).
    - - El contexto sugiere que se está pensando en fieles vivos que simbólicamente o espiritualmente se congregan en torno a la Sión o Jerusalén celestial donde se encuentran ángeles y seres humanos que son los hebreos cristianos, los primogénitos de la fe del nuevo pacto, así como Israel se acercó al Sinaí en el pasado (vv. 19-21).
        
        12:9: donde “los espíritus” se refiere a “los que son espirituales” por contraste a los padres “según la carne”
    - - Las almas son en realidad la vida o sangre de los mártires derramada que clama por justicia, así como la sangre de Abel clama desde la tierra: Gn 4:10; Heb 12:24).
  - - - El she’ôl, que probablemente significa un lugar de desechos, nos da una representación simbólica de la tumba (Gn 37:35; 1R 2:6; Pr 1:12).
      - El término hádēs del NT, que se traduce como “muerte” o “sepulcro” (Lc 10:15; Hch 2:27, 31; Ap 1:18; 20:13, 14), es muy similar al término she’ôl del AT
        
        La creencia popular de que el hádēs representa un lugar de castigo intermedio que espera a los impíos luego de la muerte aparece en un relato popular del Talmud, el cual pudo haber provisto la base para la parábola de Jesús del hombre rico y Lázaro (Lc 16:19-31).
        
        El propósito de la parábola del rico y Lázaro, sin embargo, no es enseñar acerca del estado de los muertos.
        
        En la parábola, tanto el hombre rico como Lázaro van al hádēs (v. 23). No hay un cielo y un infierno por separado.
        
        El propósito final de la parábola es demostrar que quienes tienen a “Moisés y los profetas” ya tienen suficiente luz como para saber como reaccionar frente al mensaje de Jesús y sus
        obras. De hecho Jesús resucitó personas y ni así le creyeron.
        
        La palabra frecuentemente traducida como infierno en el NT es géenna; heb. gê’ hinnom. Referencias: Mt 5:22, 29, 30; 23:15; Mr 9:43-47; Stg 3:6.
        
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  - - - La muerte definitiva es la segunda muerte (Ap 20:6, 14). La primera es la que afecta a todos por igual como resultado del pecado de Adán.
        
        Quienes participan en la primera resurrección (Ap 20:4-6) no participan de la segunda muerte.
        
        La esperanza de la resurrección es clara tanto en el AT como en el NT.
        
        Textos claves en el NT: Jn 11:24; 1 Co
        15:51-56; 1 Ts 4:13-18; Ap 20:5, 6
        
        La esperanza de la resurrección es clara
        tanto en el AT como en el NT.