¿Fue ese el caso de María? Lo fue y en mayor grado. Nadie como María en materia de fe y agrado a Dios «Llena de Gracia» le dice el ángel Gabriel (Lc. 1, 28), quien también le dice que Dios está con ella (la maravillosa frase de Lc. 1, 28 es «Salve, llena de gracia, el Señor está contigo.»); Enoc anduvo con Dios, pero Dios estaba con María. El mismo Dios, por su mensajero, la declara llena de gracia en una forma permanente pues ha encontrado el favor de Dios (Lc. 1, 30) y María acata en forma totalmente incondicional la voluntad del Altísimo (Lc. 1, 38). Es tal el estado de María, que -antes de la pasión de Jesucristo- puede declarar que Dios la ha salvado y todas las generaciones la llamarán bienaventurada (Lc. 1, 48). Siendo así, es un caso como el de Enoc en grado máximo, pues mereció ser la Madre de Nuestro Señor («…has encontrado el favor de Dios» dice el ángel).