Un somero análisis de los presupuestos de los Estados modernos y aún más, de aquellos que existían cuando la teoría se formuló, nos revelan que las cantidades que el Estado destína a los servicios de seguridad de sus miembros, constituyen una pequeñísima parte de díchos presupuestos, en las que grandes cantidades están destinadas a fines absolutamente diversos, como obras públicas, salubridad, educación, economia, etcétera.