Es cuando un suelo saludable tiene importantes atributos químicos y biológicos incluyendo suplencia de nutrientes, capacidad de amortiguación de acidez y bases, descomposición de la materia orgánica, destrucción de patógenos, inactivación de metales tóxicos e inactivación y degradación de compuestos orgánicos tóxicos, pero las capacidades de dichos atributos son finitas y pueden ser agobiadas por un manejo inadecuado. (Logan, 1990)