Hay una ecuación de segundo grado en la parte alta del pizarrón. El profesor pide que algunos estudiantes pasen al frente y hagan paso a paso el proceso matemático para encontrar la solución. Primero pasa un estudiante: se para frente al pizarrón, toma un momento para pensar y, cuando se siente listo, se lanza al pizarrón y completa correctamente el paso indicado. Luego, otro alumno hace un proceso similar al de su compañero. Por último, una alumna. Ella, igual que sus compañeros, se detiene frente al pizarrón para analizar lo que debe hacer, sin embargo, cuando aún no ha transcurrido ni la mitad del tiempo de quienes la antecedieron, el profesor exclama: “¡Ay, las mujeres siempre tan tardadas!”. Ese comentario provoca que ella se apresure en su respuesta. La estudiante se enreda en el problema y, con la presión de las risas resonando a sus espaldas, no logra concluir con éxito la tarea que le encomendaron. El profesor le pide a un estudiante que pase al frente a “arreglar” lo que su compañera no pudo resolver