Ante la diferencia entre felicidad e ingresos económicos, Bruno Frey (2012), de la Universidad de Zurich, propone dar mayor peso a los indicadores sobre felicidad, aunque sin maximizarlos, y que las instituciones hagan posible que la población alcance su felicidad deseada a través de la educación, las condiciones económicas generales, el empleo, la estabilidad de precios y condiciones políticas que posibiliten el derecho de participación de los ciudadanos