Los orígenes del emprendedurismo, tal y como lo conocemos, pueden remontarse desde el siglo XVIII de la mano de Richard Cantillón. Este economista junto a otros posteriores, fueron elaborando la noción de emprendedor como el de una persona que era capaz de gestionar sus recursos para la creación de productos nuevos, con actitud de liderazgo y capaz de capturar la atención e interés de otros sujetos. El término emprendedor se deriva de la voz castellana emprender, que proviene del latín in, en, y prendere, coger o tomar, aplicándose originalmente, tanto en España como otros países, a lo que ahora serían llamados aventureros, principalmente militares, sentido que evolucionó posteriormente a tener connotaciones comerciales.