En resumidas cuentas, lo que pretendía la nueva economía política, que comenzaba a afirmarse a lo largo del S. XVIII, era despolitizar la actividad productiva, quitarle toda traba consuetudinaria, o de otro tipo, para que mediante la pugna de los procesos productivos entre sí, organizados en empresas, se establecería una especie de equilibrio natural, o solución técnica de este nuevo planteamiento del problema ecológico