Su presencia es producto del efecto de la penetración de la bala y, por las características de la piel dependiendo de la zona donde impacte la bala, que en base a su elasticidad tiende a ejercer resistencia al paso de la bala. Cuando la bala empuja la piel, esta se deprime y se amolda a su forma, como si fuera un dedo en un guante, y la piel se estira y contusiona excoriándose, para finalmente perforar la piel y penetrar. Este mecanismo produce un anillo en la piel, que limpia a la bala de las impurezas que esta porta en su superficie cilíndrica, las cuales adquiere en su desplazamiento por el cañón del arma.