“El menor mal nutrido, sin hogar verdadero, que apenas lo sustente, proteja o dirija, con una escolaridad escasa o nula que ni comple- menta su formación, caerá más fácilmente que otros en la vagancia, vicios o delincuencia. Por eso es verdad que el delito entre los menores suele ser un accidente en la vida de los niños abandonados.”
(Bermann, 1933, p. 15)