Los artesanos se dedicaban a actividades diversas: tejedores, zapateros, orfebres, carpinteros, panaderos, tintoreros, plateros, herreros... Todos elaboraban a mano sus productos, con la ayuda de pocas herramientas.
Realizaban su trabajo en pequeños talleres situados en la casa del propietario. Generalmente, los artesanos que se dedicaban a una misma profesión vivían en la misma calle. Por ello, éstas acababan adoptando el nombre del oficio.