Frente al antiguo orden autoritario, con sus impuestos, códigos y sanciones, se levantaba el concepto de un orden natural, cuya mano sólo se veía cuando el hombre, rotos sus yugos, volvía a la libertad, y de cuyas sanciones disponía la voluntad popular. En oposición al derecho divino autoritario se levantaba el “derecho natural” del individuo. Fue en este cuadro en el que se desarrolló el concepto de una sociedad económica. Esta sociedad económica estaba todavía en germen y se modelaba dentro de los límites de un sistema de sanciones y de prohibiciones que al principio fomentó, pero que después detuvo su futuro desarrollo como una entidad independiente.
El individuo tenía un derecho natural de buscar su propio interés personal porque, al hacerlo así, ayudado por aquella mano invisible, fomentaba el bien común. Descubrir y enunciar esta “ley natural” fue el papel de la Economía Política; y el consejo que ofreció al soberano no fue como reglamentar, sino cómo dejar de reglamentar los negocios económicos a fin de fomentar la mayor riqueza de la nación.
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