En la civilización occidental cada momento histórico responde a una forma de comprensión que se tiene del ser humano, así: en la antigüedad, cuando el hombre se consideraba un ser entre los seres prevaleció una visión cosmocéntrica, el cosmos lo explicaba todo; en el medio evo, cuando el hombre se consideró imagen y semejanza de Dios, prevaleció una visión teocéntrica, Dios lo explicaba todo; en la modernidad, cuando el hombre se consideró el centro del universo, prevaleció una visión antropocéntrica, la razón lo explicaba todo y; en la posmodernidad, cuando el hombre, rechazando todo lo que habría significado la modernidad, hace prevalecer la senso-emotividad, empezó a prevalecer una visión holocéntrica, se borraron las diferencias ontológicas entre Dios, Hombre y Cosmos (Plasencia, 2013).