En la década de los 80, el continente latinoamericano entró en una etapa de crisis profunda, tal vez la más profunda de su historia hasta ese momento. Los excesivos gastos de México gracias a los ingresos generados por la crisis energética del decenio inmediatamente anterior, sumado al abuso del sistema de reciclaje de petrodólares llevaron a que la deuda de los países latinoamericanos se creciera hasta un punto en el cual ni todas sus exportaciones le permitirían a los países pagar las respectivas cuotas de su deuda y, por ende, los inversionistas huyeron de la región (Edwards, 2008)