El laudo indicaba que todos los obreros debían regresar a sus puestos sujetos a los reglamentos vigentes al tiempo del cierre de las fábricas, y prometía introducir varias reformas, que favorecerían a los obreros, en salarios, servicio médico, entre otras, pero más adelante el laudo dio un giro perjudicando ampliamente a los trabajadores, se establecía el control en la vida personal, laboral y sindical a través de libretas personales supervisadas por los administradores, y se prohibían las huelgas ya que las quejas solo se podrían presentar por escrito, si la respuesta no satisfacía a los obreros podían renunciar, también se establecía la censura sobre quienes debían dirigir los periódicos obreros a fin de evitar las doctrinas subversivas que extraviaran a los obreros.