La omnipresencia de Dios no impide que la Biblia afirme que Dios tiene un aspecto o forma (Jn 5:37) que incluye manos (Éx 33:22, 23), pies (24:10), espalda (33:23), y rostro (vv. 20, 23), aunque la espacio-temporalidad divina no sea igual a la nuestra.