Debe ser completo, y evaluar los principales sistemas (piel, uñas, ojos, genitales, superficies mucosas, corazón, pulmones, abdomen, nariz, cuello, ganglios linfáticos, y sistema neurológico), así como el sistema músculo-esquelético.
Examen de la cabeza: observar cualquier signo de inflamación ocular (uveítis, conjuntivitis) y lesiones nasales u orales. Inspeccionar la piel en busca de erupciones cutáneas y lesiones (equimosis, úlceras en la piel, placas psoriásicas, púrpura, eritema malar). También se evalúa la presencia de adenopatías y esplenomegalia.
Examen cardiopulmonar: buscar signos de pleuritis, pericarditis, o anomalías valvulares (soplo, roce pericárdico, ruidos cardíacos apagados, matidez bibasilar compatible con derrame pleural).
En el examen genital deben buscarse secreciones, úlceras u otros signos de enfermedades de transmisión sexual.
Examen musculoesquelético: Distinguir entre dolor articular, periarticular, de tejido conjuntivo o muscular.
El examen de la articulación comienza con la inspección, observación de deformaciones, eritema, hinchazón o derrame. Palpación para identificar derrame articular, calor e hipersensibilidad puntual. Evaluar el rango de movimiento activo y pasivo
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